UNA HISTORIA DE MONTAÑA

Todas las personas que disfrutan de la montaña saben, en cierta medida, quiénes son los guías de montaña. Se trata de alpinistas profesionales, personas cuyo trabajo consiste en acompañar a los visitantes que desean descubrir la altura, la roca, el hielo y la nieve.

Pero, ¿«eres» un guía de montaña o «haces» de guía de montaña? La diferencia entre «ser» y «hacer» es muy sutil, pero relevante. En todo caso, ¿qué supone dedicarse a esta profesión?

Un guía de montaña es un compañero de escalada experto que, gracias a su experiencia, te permite alcanzar puntos más altos, ampliar horizontes y disfrutar plenamente la montaña. Un guía de montaña es su guardián, que tiende amablemente la mano a todo aquel que se acerque a la montaña para vivir una experiencia intensa de manera consciente.

CONECTAR CON LA GENTE

«Es como una vocación», nos dice Hanspeter Eisendle, guía de montaña desde 1980. Hans vive en Vipiteno, en Tirol del Sur, y vive la montaña desde que era un niño, con sus padres. «Se necesita una vocación porque, además del interés por la montaña, tienes que tener interés por las personas, tener la voluntad de entenderlas y de ver las cosas desde su punto de vista. Acompañar a alguien a la montaña es, sobre todo, elegir compartir una experiencia».

Yvonne Koch es de Arlberg, Austria, y es guía de montaña desde 2017. «Los objetivos que tengo cuando voy a la montaña por mi cuenta y los que tengo cuando acompaño a alguien como guía no cambian. Por supuesto, el terreno puede cambiar, así como la ruta, las condiciones... el factor constante es que en ambos casos mi objetivo es crear una experiencia hermosa, tanto para mí como para los que me acompañan».

Jason Antin, de 38 años, creció en Massachusetts, en la costa este de Estados Unidos. De niño no le interesaban las montañas: sentía una fuerte pasión por los deportes típicos de su país, en especial por el fútbol americano, de hecho, entrenaba hasta 60 horas a la semana. Después de su licenciatura Jason descubrió la montaña: primero como voluntario, acompañando a adultos con discapacidades a la montaña, y luego como guía. «Ser guía no es solo un trabajo. Es una actitud. Significa tener la capacidad de escuchar y comprender a la gente, que son más que clientes, se convierten en tus invitados. Tienes que entender a las personas, sus historias, estar con ellas y darles las herramientas para que escriban juntos un capítulo nuevo y memorable».

TOMAR DECISIONES

La toma de decisiones es algo crucial para ser un guía de montaña. En varios ámbitos: hay decisiones prácticas y concretas, como dónde ir, qué hacer, qué equipo llevar. «Cuando voy a la montaña por mi cuenta solo llevo el equipo mínimo e indispensable», nos cuenta François Cazzanelli, guía de montaña de tercera generación del Valle de Aosta. «Es un enfoque minimalista porque, cuando no tengo la responsabilidad de nadie más, el concepto de seguridad que sigo es diferente, es importante llevar poco peso. Cuando acompaño a alguien, las cosas cambian: en la ciudad creamos nuestro propio hábitat y es un hábitat en el que somos el centro de atención. Sin embargo, en la montaña somos huéspedes en un terreno duro y, por lo tanto, tenemos que adaptarnos a estas condiciones».

Tom Rabl viene de Kitzbühel. Es Guía de Montaña desde 2008, profesión que comparte con su mujer. «La seguridad empieza por la planificación. Si eliges un itinerario demasiado difícil te estás metiendo en problemas, si eliges uno demasiado sencillo estás subestimando a tus acompañantes; si llevas demasiado equipo te cansarás, si llevas demasiado poco te arriesgas a poner en peligro la seguridad... Es un equilibrio delicado, pero el punto clave es siempre el mismo: "lo justo". Ni demasiado, ni demasiado poco».

SIMPLICIDAD

Vas a la montaña para librarte de lo superfluo, para concentrarte en lo que realmente importa. Las montañas son un llamamiento a una vida más sencilla, y aquí «sencillo» no significa «idílico», sino «esencial». «Para ser un buen guía, tienes que ver lo esencial», dice Jason. «La sencillez es la clave de la eficacia y en las montañas la eficacia lo es todo, ya sea que estés con alguien o solo».

Según Tom, la simplicidad es la clave de la belleza: «Si estás preocupado, si tienes miedo, si no confías en las protecciones, en tus capacidades o en las condiciones, no puedes disfrutar lo que te rodea. No tienes tiempo, porque tu espacio mental está lleno de mil cosas más. Por eso es tan importante la sencillez: porque te permite concentrarte en la experiencia, en la intensidad, en la belleza del entorno».

«Al final y al cabo, es lo que llevas en la mochila», dice Yvonne. «No necesitas mucho para ser feliz».

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