ANTONIA STÖGER
SELLA: EL DIARIO DE ANTONIA
DOS COMPAÑEROS FUERA DE LO COMÚN
Esquiar por primera vez en los Dolomitas con dos compañeros del calibre de Simon Gietl y Aaron Durogati fue intenso. Un sueño para alguien como yo, en busca de pistas remotas fuera de las rutas marcadas. Simon es un famoso escalador, pero me sorprendió mucho verlo esquiar. Le tengo mucho respeto a él y a los proyectos que ha completado. Es un esquiador alucinante y una persona increíble: amable, cortés y cercano, incluso con una principiante como yo. Hizo que me sintiera segura —incluso entre las rocas de Antelao— y, por si fuera poco, prepara un strudel de rechupete.
La fama de Aaron como excelente esquiador e instructor de esquí le precede. Tenía mucha curiosidad por verlo esquiar, me sentía incluso un poco intimidada. ¿Sería capaz de seguir su ritmo? Aaron fue un compañero brillante. Aunque sea una persona extrema en muchos sentidos, es simpático, servicial y, al igual que Simon, se preocupa mucho por mí. Gracias a sus consejos y sus truquillos secretos, mis proyectos alpinos serán mucho más sencillos y seguros.
Los corredores escarpados y pronunciados son algo nuevo para mí, por eso me alegro de estar en las pistas con alpinistas profesionales. Tengo mucho que aprender. El primer corredor era muy empinado, nunca había pensado que sería tan difícil de escalar. La nieve era tan profunda que no se podían usar bien los bastones de esquí. Pero la bajada mereció la pena. Las condiciones de la nieve no eran las mejores, pero sirvieron para pasármelo bien.
El segundo corredor fue mucho más técnico que el primero; las malas condiciones de la nieve hicieron que resultara muy difícil. Pero ¿existe acaso el itinerario perfecto?
Nada hace que me sienta tan conectada a la naturaleza como el esquí. Es algo de lo que siempre me doy cuenta. Esquiar me brinda la oportunidad de encontrar la energía, equilibrar la mente y expresarme. Además, también me permite explorar la naturaleza, encontrar nuevas oportunidades y ampliar mis horizontes.
La primera vez que vine a esquiar a los Dolomitas me pregunté si sería de verdad posible esquiar entre estas rocas. Durante el invierno, los Dolomitas ofrecen unas vistas espectaculares. Son un lugar arduo. Enorme. Casi hostil. Ni las descomunales cantidades de nieve pueden ocultarlo. Pero, como suele ocurrir, las primeras impresiones son engañosas y si se observa con detenimiento ese laberinto de rocas, se pueden encontrar nuevas pistas posibles, pistas que aceleran el corazón. Basta con observar con atención y afinar la mirada, bien sumergida en el entorno.
ANTELAO
Me encanta estar en la cima de una montaña, mirar a mi alrededor y explorar nuevos destinos. Cuando vi Antelao, me dije: «Sí, quiero llegar hasta allí arriba».
Preparamos el equipo y emprendimos el viaje. Parecía como si la ruta estuviese hecha a mi medida: pasajes escarpados y pistas interesantes para disfrutar de descensos alucinantes. La cresta hasta la cima puso al límite mi capacidad física. Simon y Aaron no tienen ningún problema con la exposición, pero para mí es otra cosa. Estar expuesta al vacío... Me encanta esquiar en pendientes pronunciadas, pero los pasajes expuestos no me gustan tanto. Plantean un gran reto, pero superar nuestros límites tiene un sabor especial y único. Siempre.
Las condiciones para la ascensión eran ideales, pero no para la bajada. Sobre todo cuando no había buena visibilidad, pero hicimos lo único que tenía sentido: echamos a esquiar rápidamente sin una ruta fija. Me alegré de no estar sola.
En la montaña, las nubes se mueven muy rápido, incluso en invierno, y los últimos metros bajo un cielo despejado fueron una maravilla. No importa lo mucho que varíen las montañas entre ellas, todas tienen un factor en común: hacen que me sienta como en casa.
LA SELECCIÓN DE ANTONIA
EL CORREDOR HOLZER
Por la noche, las condiciones de la nieve no prometían mucho, pero resultó ser una nieve polvo perfecta. Y con «perfecta» me refiero al tipo de nieve polvo que solo existe en los sueños. El corredor Holzer. El nombre en sí no me decía mucho; pero cuantas más fotos veía, cuanto más estudiaba el mapa y oía hablar de él, mayores eran mis expectativas. Los descensos como el Holzer Rinne son territorio inexplorado para mí, una oportunidad para aprender al máximo.
Las condiciones eran buenas, justo como lo habíamos planeado. Es una pista de locos, pero me sentí segura, incluso cuando rapelé con los esquís puestos, algo que no había hecho nunca antes. Bajé sin problemas. Me sentí feliz y orgullosa.
El strudel de manzana de Simon Gietl. Toda la velada que pasamos sentados juntos resultó agradable y cálida, hablando sobre grandes planes de futuro. Fue como ponerle la guinda final a un día perfecto.
EL HOGAR
Esquiar lejos de casa es como dar un paso hacia lo desconocido, pero hacerlo es supergratificante. He logrado algo que no había logrado nunca: he ampliado mi zona de confort personal.
El hogar es aquel lugar en el que el corazón se siente como en casa. Un lugar en el que te puedes expresar libremente. Donde puedes disfrutar de lo que te gusta, sin importar las distancias. El hogar puede estar en cualquier lugar y cualquier lugar puede convertirse en tu hogar.
ME LLAMO ANTONIA STÖGER
Me llamo Antonia Stöger y me apasiona el esquí alpino. Crecí en Berchtesgaden en el seno de una familia de deportistas, sobre todo del lado de mi madre. De pequeña, la montaña no me llamaba mucho la atención, algo que decepcionó un poco a mi madre. Pero con el paso del tiempo mi motivación personal fue aumentando y encendió la llama de la pasión. El esquí alpino me brinda una oportunidad: explorar las montañas a las que pertenezco marcando mis propias normas. No importa la velocidad a la que se esquíe, lo que cuenta es encontrar la primera pista, definirla y seguirla. La pista lo es todo, es única y personal. Es más, es una expresión de nuestra personalidad.